No hay ni habrá Ruta de los Prófugos así como no se
consiguen en Cayastá las tazas souvenirs promocionadas en las noticias. Lo que
hay en el pueblo costero santafesino, después del furor mediático por la
recaptura de los famosos evadidos, es un slogan perfecto que a un mes de los hechos hace que sin lastimar la recuperada calma se reciba un bombardeado de consultas y visitas fugaces
“Queríamos ver cómo era el lugar
donde se escondieron los prófugos”, asume una señora que camina junto a su
familia por la costanera.
Un rato basta para corroborar que
no es la única que alega tal curiosidad. Una pareja joven que mira el río, un
matrimonio que toma mates debajo de un árbol, un grupo de señoras que camina
por la plaza del pueblo. Aunque nadie de ellos conocía hasta ahora este
histórico pueblo santafesino atravesado por la Ruta Provincial N°1 y abrazado
por el río San Javier, todos coinciden en Cayastá en la mañana de un sábado agobiante
que amenaza con llover, a un mes de los mentados hechos que le dieron al lugar
un protagonismo impensado.
Aunque este pintoresco rincón del
departamento Garay posee un paisaje costero y de islas único, y concentra
interesantes atractivos históricos y culturales, entre los principales argumentos
de las visitas no figuran la pesca ni el paseo náutico;
tampoco el deseo de conocer las ruinas de la primitiva Ciudad de Santa Fe de la
Vera Cruz (1573-1653), ni la intención de pasar por el lugar donde se marcó por
primera vez el ganado en el Río de la Plata –por lo que se celebra todos los
años, en junio, la Fiesta
de la Yerra.
Propios
y extraños hacen referencia obligada al reciente episodio policial que tuvo a
la localidad santafesina como escenario de la recaptura. Entre el 9 y el 11 de
enero, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci, fueron
detenidos tras catorce días televisados de persecución entre el penal bonaerense
de Gral. Alvear de donde se escaparon y la costa santafesina.
“A los vagos los agarraron ahí
–dice un ocasional guía turístico a Rosario
Express, y da su versión de los hechos, en plena ruta-; estuvieron siempre
acá, no se movieron de acá. Una vez que entraron allá –señala el monte, a contramano
de la dirección del río-, engancharon el camino de la arrocera sino de ahí no
salís. Nosotros sabemos ir a cazar para esos lados, ¿sabés lo que cuesta salir
de ahí?”
“Encima había agua por todos
lados… -agrega otro baquiano, aportando su parecer- dice que los vagos se
tiraron boca arriba y asomaban la cara nomás, como pa’ respirar. Los milicos
les pasaban por al lado. Hacía rato ya que estaban entregados”, agrega.
El paraje se llama 4 Bocas, y
está en la zona rural de Cayastá, a unos 6 kilómetros al sur del centro del
pueblo.
LA INDUSTRIA SIN CHIMENEAS
Desde los altoparlantes de la propaladora baja sobre una polca la invitación para este domingo a un asado con cuero y
empanadas.
Como en todo pueblo de provincia,
en inmediaciones de la plaza San Martín están la Iglesia, la Comuna, el Juzgado
de Paz y, unos metros más allá, a la vuelta, la Comisaría. Del otro lado de la
ruta, en el antiguo edificio del Centro Social Unión y Alegría, donde funciona la biblioteca Manuel
Lainez, atiende la oficina de Turismo.
“Ahora está todo más tranquilo.
Lo que pasa que hubo una sacudida mediática a la que no estamos acostumbrados,
y la gente ha quedado afectada en ese sentido. Eso creo que es hasta que se
logre volver al ritmo de vida normal del pueblo”, dice Pablo Vera, informador
turístico pero también Secretario del área. "A la vez hago de diseñador,
comunity manager y muchas cosas más… (se ríe) Uno tiene que hacer de todo acá…
son estructuras muy chicas y todos hacemos un poco de todo”, explica.
Pablo Vera, Secretario de Turismo de Cayastá |
“A esto que nos pasó, lo vi como
una oportunidad para darnos a conocer. Una cuestión de aprovecharlo como un
canal más de difusión de lo que es el pueblo”, dice Vera, a propósito del reconocido
slogan “Cayastá, un pueblo que te atrapa” que estalló en las redes sociales
cuando los evadidos fueron aprehendidos en el lugar. El autor intelectual de la
idea fue Guillermo Niedermayer, amigo del funcionario y vecino del pueblo.
La frase creativa estampada sobre
una foto aérea del pueblo alcanzó desde el sitio de Facebook Turismo Cayastá a casi 315 mil personas
y fue compartido más de 2800 veces, solo contando la imagen original. Y en
Twitter, el 11 de enero el creativo slogan fue Trending Toping (tema de
tendencia) en Buenos Aires y Rosario, entre usuarios del microblog.
_ Antes alguien te llamaba y
decía Hola, hablo con Cayasta? (así,
sin el acento). Ahora sin dudas que hay más consultas, y manifestaciones en las
redes sociales y otras expresiones que confirman que hay mucha gente que tiene pensado venir a conocer, quizá a pasar un fin
de semana largo. Creo que va a generar a largo plazo un impacto positivo. Y
que, por lo pronto, ha servido como una gran lección de Historia y Geografía.
La gente ya sabe dónde queda Cayastá, sabe que aquí se fundó la primera Santa
Fe, que está el parque Arqueológico. Eso lo rescatamos porque ha sido muy
positivo.
_ Y de lo negativo, ¿qué destaca? Porque hubo algunas cosas que
molestaron…
_ Hubo muchos inventos por parte
de la prensa. Pero cuando ya está desatada la vorágine mediática es imposible
pararla o salir a negar o desmentir algo…
_ ¿Qué inventos?
_ En principio se dijo que iba a
haber una Ruta de los Prófugos, y eso salió de un periodista de Buenos Aires que
hizo una pregunta. Se le contestó que cualquier cosa que se hiciera en relación
al tema sería consensuado con los vecinos, pero él dio por supuesta la
realización de un circuito turístico alusivo, lo publicó así y los medios lo
levantaron...
_ Y eso también se viralizó… como se desparramó lo bueno, lo malo
tampoco tuvo freno…
_ La gente empezó a consultar
sobre eso, en las redes sociales se generaron confusiones. Y la verdad es que
nunca se pensó ni se anunció así. Y nunca nos consultaron. Podemos decir que
nunca va a haber en Cayastá una Ruta de los Prófugos. O las tazas… (ver
recuadro) Lejos está todo eso de la intención de mostrar el lugar, la
potencialidad y los atractivos que tenemos.
Un pueblo que te atrapa
A unos 80 kilómetros al norte de la capital provincial, en la panza del trazado compañero del río que es la Ruta Provincial N° 1, aparecen las primeras viviendas rurales que anuncian la llegada de otro pueblo costero.
Poco antes de llegar al corazón de Cayastá, los restos intimidantes de una yarará de no menos de 2 metros se exhiben colgados como una impresionante guirnalda sobre un alambrado. Es un espectáculo por el que los curiosos viajeros desmontan incautos de sus vehículos y se arriman a contemplar.
“Acá está lleno de esos bichos. Y con la crecida, imaginesé. Bajarse así es un peligro”, advierte un conocedor.
En ese museo de ciencias naturales a cielo abierto, unos pibes en patas aprovechan para vender chucherías: productos regionales, alimentos, adornos. De todo menos las tazas con la foto de los prófugos que los diarios, portales y canales de noticias difundieron como otra iniciativa gubernamental que en los hechos nunca fue. Incluso los medios regionales se ocuparon de hacer circular fotos y nota de color sin siquiera preguntar a los presuntos responsables.
“Esas tazas acá no se consiguen… afortunadamente. Lo que pasa es que estas situaciones generan oportunidades buenas y malas… y hay quienes sin ser de acá se prenden de esta situación para aprovechar la venta de un souvenir”.
Lo que hay son mates y jarritas para cerveza, hechos en madera tallada con la frase Cayastá, un pueblo que te atrapa. Se consiguen en una de las dos estaciones de servicio de la localidad en cuestión, y cuestan entre 90 y 220 pesos.
“Se venden mucho”, asegura una empleada.
Estos productos tampoco son parte de una campaña oficial. Los hace un artesano de la localidad San Carlos.
CURIOSIDAD Y EXPECTATIVA
“Acá tiramos todos con escopeta
pero a una nutria, a un capincho… Pero
estos tipos eran sicarios, ¡asesinos eran! Y hubo gente acá que se entusiasmó
como si esto pasara en la televisión, y no se daba cuenta lo que estábamos
viviendo…”, reflexiona un comensal de la única parrilla abierta en el pueblo.
Otro parroquiano asegura que Cayastá
tiene 4 mil habitantes y que por aquellos días en la Comisaría recibieron cerca
de 800 llamados denunciando “que los habían visto”.
Para
algunos, aquel espejismo mediático se estiró a las consecuencias de aquella
exposición y si bien la experiencia resulta una oportunidad para no
desaprovechar, hay que andar con pies de plomo respecto de las ilusiones.
“Es
más la curiosidad que el impacto turístico real”, aventura un empresario del
sector.
Cayastá forma parte del corredor
turístico de la Ruta 1: son 11 localidades que van desde Rincón hasta Romang,
cerca de Reconquista. Cuenta con unas mil plazas repartidas en unos 35 lugares
de alojamiento donde se destacan un hotel de 110 plazas, y complejos de cabañas
y bungalows, entre otros.
“La infraestructura para recibir
visitantes está, lo que no hay muchos son eventos, o actividades -asegura el
titular de Turismo, y agrega-; hay que trabajar con estrategias y sobre todo
con planificación. El turismo puede ser positivo y también negativo. Y la gente
de Cayastá es muy tranquila, no le gusta que le invadan su espacio, su
privacidad… El ritmo de la vida acá es mucho más lento que en las ciudades”,
explica Vera.
Las
principales visitas son las familias que llegan generalmente a descansar dos o tres días. Es un destino
ideal de fin de semana largo.
Pese
a la crecida que afecta a la zona desde finales de diciembre, el corredor
turístico costero se ha visto al menos algo más transitado y visitado de lo
esperado a partir de los sucesos de público conocimiento.
“En este momento hay mucha
curiosidad por el lugar, y los que vienen descubren que además es un lugar muy
lindo, muy atractivo”, cuenta el funcionario, interrumpido por la presencia de
una pareja que se acerca desde la calle a la oficina de Turismo en medio de la
consulta.
“Queríamos saber si nos podías
informar un poco porque estamos de paso… bah, vinimos para acá porque queríamos
ver… queríamos conocer, ahora que Cayastá es un lugar famoso…”
Entre risas, el funcionario se
levanta del escritorio y los invita a pasar y sentarse. Pronto desplegará la
folletería, les mostrará fotos en una computadora, les contará datos históricos
y particularidades del entorno fluvial inigualable.
Puede que el asunto no tenga la
dimensión de una pretenciosa invasión turística y se trate apenas, como
reconocen, de un aluvión de curiosidades.
El marketing de la oportunidad no
sabrá acaso de definiciones concretas. De lo que sabe, está claro, es de resultados.
JDC, 2016
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