Escribe: Joaquín Castellanos
Fotos: Leonardo Vincenti
A los treinta años, el hombre que nació acá a la vuelta participaba
de la organización de lo que terminaría
siendo después la Revolución cubana.
Eugenia, Lisandro y Luis andan más o menos por la misma
edad, y desde el fondo del centro cultural La Toma, en Tucumán al 1300, están
convencidos de que hoy transformar la realidad es posible pero desde otro
frente de batalla: la radio.
El principal requisito para permitirse ser un factor de
cambio es demoler un mito muy
enquistado: con el paso del tiempo y la asunción de obligaciones, hasta el más
díscolo de los mortales establece prioridades materiales por encima de las
utopías. Y en la Radio Popular Che Guevara, a propósito, las cosas funcionan de
otra manera.
Todos tienen trabajos
convencionales, y familias y amigos. Pero también se hacen un lugar para
atender dos pasiones que se funden y confunden en la práctica: la comunicación
y la militancia.
“Nuestros valores son conciencia, solidaridad,
autogestión, revolución, cultura, comunicación. Son elementos que tienen que
estar vivos en esto” dirán, acerca del perfil de la emisora que desde 2010 llevan
delante de un modo particular.
“Es una radio sin
antena”, se lee en el blog de la radio, en relación a la baja potencia que
tiene la señal de aire: un transmisor casero de 10 vatios, básico, construido a
partir de un taller de la Red de Medios Nacionales Alternativos que les permite
estar al aire esporádicamente en el 100.3 del dial.
Pero lo que compensa esa debilidad en el alcance, es la
cobertura periodística de actividades sociales y temas de agenda propia que resuelven
a través de su presencia en Internet. Inicialmente transmiten música y
producción artística on line pero
además publican informes multimedia a través de un blog (http://radiocheguevara.blogspot.com) y otros sitios alternativos.
“A través de una computadora y un programa de
automatización uno puede prescindir de un operador. Y eso es algo positivo que
antes no se podía hacer. La radio anda sola. E Internet es un lugar de difusión
masiva de libre acceso”, explican sobre la automatización de una señal que los
posiciona como el comienzo de algo que va a venir.
_ Físicamente ¿adónde funciona la radio?
_ Está en la
parte de atrás, en un altillo, detrás de los galpones. Pero sé que como es
ahora la cosa, trabajan desde distintos lugares desde sus computadoras.
En La Toma, su presidente Carlos
Gioldi llega desde el subsuelo. El lugar fue en los ’90 una de las mayores
sucursales de Hipermercados Tigre hasta que, declarada la quiebra y el abandono
empresarial, fue recuperado como espacio cooperativo, productivo y cultural,
por sus trabajadores.
“Lo que
propugnamos es haberles dejado aquí un lugar, que se desarrollen, ser los
impulsores, pelear por que sea absolutamente pluralista y que tengan voz los
trabajadores y el pueblo de las luchas que no necesariamente en muchos medios,
por razones comerciales, son escuchadas como se debe”, remarca el dirigente.
De hecho, pese al desconocimiento que pude suponer la
débil potencia de su señal, la Radio Popular Che Guevara es uno de los medios
más reconocidos e importantes en el quehacer de las organizaciones sociales de
la ciudad y la región.
“Yo tengo mi grabador, mi cámara y mi computadora –dice
Eugenia, y continúa-, y con todo eso me fui a Ludueña. No tengo ni bicicleta
pero con eso llegué a ese lugar al que supuestamente no podés entrar y menos
con esas cosas de valor. Fui sola, y
a mí nadie me conoce, eh… Y no me pasó nada: cubrimos todo, grabamos, hicimos
el laburo sin ningún problema”.
La referencia es al trabajo que realizaron en el Cabildo
Abierto de Juego y Cultura Rosario 2011, una actividad que se realizó a fin de
año en la ciudad y de la que poco y nada se ha dicho en los grandes canales de
TV, radios, diarios y portales de noticias de la ciudad. En efecto, los audios
de las entrevistas, un breve reporte del encuentro y las fotografías
pertinentes de la cobertura de la 100.3 e Indymedia –una red de periodistas independientes
de alcance internacional- fueron dispersados por diversos sitios alternativos
para dar cuenta de lo ocurrido en la plaza Pocho Lepratti y la escuela del
barrio de zona noroeste.
“Estamos siguiendo el pulso de lo que está pasando que es
lo que no se difunde mucho”, aseguran con el alivio profesional de quienes no van
detrás de las noticias de la coyuntura mediática porque establecen, con sus
tiempos y a su modo, su propia agenda.
El último rasgueo de las inconfundibles guitarras de
Zitarrosa precede a la cálida voz de Anabel Barboza. “La Radio Popular Che
Guevara está naciendo como flor en
primavera, como una revolución de raíces profundas, diversa y pluricultural”
No es que no estén conformes con lo conseguido desde el
comienzo, hace poco más de un año. Pero quieren más. La radio que pertenece a
la Cooperativa Trabajadores Solidarios en Lucha lleva un subtítulo en la
identificación que intenta ser más que un slogan: “Guerrilla comunicacional”.
Aunque, como buenos militantes, corren parejo en el uso
de la palabra, y dejan en claro que tienen mucho por decir, Lisandro es el más
entusiasta y explica que el interés por tener aire, más allá de Internet y
otros artilugios, nada tiene que ver con un fin de lucro o de vanidad
profesional sino, todo lo contrario: es algo estrictamente estratégico desde
las ideas.
“Tenemos una necesidad de comunicar. Y sabemos que vamos
a poder dar batalla con las palabras cuando todos sepan que estamos acá. Por
ahora la hacemos como podemos, es el sueño que está latiendo…”, explica. Y
agrega otro deseo colectivo que apunta a sostener en el tiempo el proyecto, más
allá de ellos mismos.
“Queremos que, en un futuro,
surjan chicos y chicas que quieran comunicar desde su lugar lo que hacen, lo
que dejan de hacer, lo que son. Desde el grupo de cumbia cruzada, de reggaetón,
folcklore o tango, o cualquier otra actividad de la cantidad tremenda que hay
en los barrios. Y si eso se comunica es una revolución cultural”.
Luis, en cambio, es menos efusivo
pero cuando se asoma desde detrás de su computadora portátil es porque tiene
alguna opinión formada que dar a conocer.
“La comunicación tiene que ser una herramienta que no sea
sólo academicista o que permita ejercerla sólo a quien es dueño de medio o
quienes trabajan para él… sino que cualquiera puede ser comunicador popular…
reivindicamos la comunicación popular”, dice.
Ahora están planificando algo junto a otros colegas que
se interesan por los mismos temas o quieren sumarse a las coberturas en las que
ellos trabajan.
Iván
acaba de llegar a la reunión. Una remera de los Fabulosos Cadillacs, barba de
estudiante universitario y saludo con acento mejicano. Hace tres años que llegó
a Rosario, desde Querétaros, en el centro del país azteca. Una vez había
visitado Argentina, y la visita lo decidió por venirse a estudiar acá. “Me
gustó la vinculación militante y la forma en que la gente asumía la
participación popular, un poco decepcionado en 2006 de la situación política de
mi país”, cuenta. Está en la carrera de Ciencias de la Educación en la Facultad
de Humanidades y Arte de la UNR, y participa de Radio Mestiza, otro proyecto
que desde la web promulga una propuesta de identidad latinoamericana que
intenta reivindicar las comunicaciones como medio e instrumento de cambio
social.
“Creemos
que no sólo basta con emitir sino que también hay que intervenir –asevera, y
prosigue-; y eso genera la acción de poder reflexionar desde las comunicaciones”.
En la mesa, además de los chicos de
la radio e Iván está sentada Miriam que, pese a estar haciendo sus primeras
experiencias en la radio comunitaria Aire Libre, se acercó al grupo para
aportar lo suyo. Ella estudia Locución en ISET 18, hizo trabajos barriales de
recreación, de alfabetización, y también estudió ciencias de la educación. Cree que la
creación de un colectivo de trabajadores de prensa con un medio propio es cosa
seria.
Una vez más, el histrionismo y la voz de Lisandro irrumpe
en la atmósfera de murmullos de la cafetería para marcar su postura. “Queremos
vivir no de la radio sino en la radio. Porque ahora todos tenemos nuestros laburos de otra cosa y no podemos dedicarnos a
lo nuestro como quisiéramos”.
“Nos conocimos trabajando en medios de comunicación –dice
Luis, y contribuye a la postulación de su compañero-; no somos militantes que
queremos hacer comunicación sino comunicadores que militamos en la
comunicación”.
El juego de palabras, como la alegría y el ímpetu lúdico
que tienen al pensar la radio, en definitiva, no es ningún juego.
“Pensamos la autogestión de un medio que se identifique y
revele la identidad de izquierda, de sentirse un medio de izquierda y no uno
lavado, progre … pero también vemos
la necesidad de que ese medio nos genere algo que no debe significar, por ser
de izquierda, la autoexploración constante del trabajador sin patrones…”,
sostiene Luis con un entusiasmo en la alocución que apenas le deja juntar el
aire necesario para llegar al final de la frase. “Queremos ser un medio de
izquierda que nos genere sostenibilidad laboral” completa.
Y se refieren a cierta estrategia que supieron llevar
adelante en otro contexto a la que, creen, lo único que le faltó fue el
equilibrio de no depender de nada ni de nadie para mantenerla en el tiempo.
“Teníamos una noticia del día y, a partir de eso, un
móvil diario con una institución,
organización, escuela o colectivo –evoca Lisandro, y continúa-; la conexión, el
vínculo, la cobertura territorial. Eso es lo que queremos recuperar para el
proyecto. A cada minuto, una radio viva, callejera. Y para eso hay que
construir de a poco una estructura que nos permita ser trabajadores libres”,
asegura.
“La juventud tiene que crear. Una juventud que no crea es
una anomalía. Al lado de eso, su sensibilidad ante todos los problemas, frente
a todas las injusticias, su espíritu inconforme cada vez que surge algo que
está mal, lo haya dicho quien lo haya dicho. A todos los tipos de formalismo. Y
pensar todos y cada uno cómo ir cambiando la sociedad. Cómo ir mejorando”.
Desde los carteles que en la calle dicen los precios de
los cortes que ofrece la carnicería
popular, pasando por los talleres de costura de las chicas trans y subiendo las
escaleras hacia el altillo que se trepa al cielo céntrico en el último rincón
de La Toma. Flota en el aire el decir de Ernesto “Che” Guevara –el hombre que
nació acá a la vuelta e hizo una Revolución que todavía hoy resiste-; su voz
nítida, pausada y mecida en ese oleaje que mixtura el cantito caribeño con el
tono rioplatense que le valió su apodo.
Sobrevuela todo lo que acá se habla y pasa.
“¿Si me imagino al Che en este contexto? –repite Eugenia
la pregunta para ver por dónde empezar a responder. “Sí. Pobre Che; estaría
encerrado todo el día allá arriba –señalando el altillo-; dormiría ahí, por lo
menos. Algo muy loco…”
Y, a la vista de cualquier correcto ciudadano, hay algo
de dulce y loable desequilibrio mental en
un sueño así que los convierte en una reedición social de los Locos de la
Azotea en esta adaptación libre de las ideas guevaristas adaptadas a la
comunicación y a los tiempos que corren.
“Yo estoy en contra por completo de su decisión de
agarrar las armas y si fuera por eso hoy tendría que echarlo de acá… pero es
otra época –señala Eugenia y concluye categórica:- es otra selva”.
Es otra selva, dice.
“¿Será que estamos haciendo revolución?”, se pregunta Lisandro
como invitando a reflexionar.
Es la tarde de cualquier día de
estos en el corazón de una manzana del pupo de la ciudad atiborrada de ventanas
que parecen observar desde las alturas la insignificancia y la plenitud de ese
cuartito vacío que es una radio sin la estructura convencional de una radio
pero que desborda de contenido.
Lisandro guarda una explicación para el final.
“Que se llame Radio Popular Che Guevara tiene que ver un
poco con esa locura: nosotros que queremos hacer radio en un lugar en donde
sobran las estaciones. Que podríamos hacer un programa en una emisora que ya funcione
con una gran estructura pero apuntamos a
tener nuestra voz. Será porque en La Toma aprendimos que los sueños se pueden
hacer realidad. Un lugar como éste es muy simbólico, muy representativo…”
Cómo una flor en primavera. Como una revolución de raíces
profundas. La voz de Analía Barboza.
Están convencidos y eso es algo que no hay ejército que
pueda doblegar.
“Estamos guerreando a lo Che. Él está en nosotros porque
estamos tomando los fusiles en los micrófonos –rezan-; nuestras armas de hoy
son nuestra música, nuestras voces: las palabras y los silencios. La radio”.
(La presente es parte de la segunda entrega de una serie de crónicas llamada "LAS COSAS POR SU NOMBRE", dedicada a contar pequeñas grandes historias detrás de las instituciones y emprendimientos que se llaman como los rosarinos más célebres. La nota completa forma parte de la Revista Rosario Express de enero de 2012, que desde el miércoles 11 estará en los kioskos)
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