Escribe: Joaquín Castellanos Fotos: Leonardo Vincenti Flota en el aire la alegría de una tarantela enredada en el reflexivo violín de un tango al que sacuden una repetición rabiosa de palmas de un tablao flamenco. Es apenas un rincón del predio, a la salida de un baño químico, entre el escenario principal y La Fluvial. Y es también un resumen violento pero eficaz no sólo de lo que es la fiesta más popular de Rosario sino de lo que somos los que vivimos en esta ciudad. Acaso por eso, en parte, Colectividades esté orillando las tres décadas y siga adelante, consolidada como una expresión genuina que camina a la par -nobleza obliga- del éxito comercial sin el que no podría haber cumplido ni tres años. Como cada noviembre, el Monumento la mira compasivo y acostumbrado. Los autos ya no transitan por ese largo trecho de avenida Belgrano que se volvió peatonal desde que el sol empezó a amenazar con apagarse y, en compensación, se fueron encendiendo los fuegos de las parrilla
de Joaquín D. Castellanos