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SAN LORENZO ERA UNA FIESTA


Por Joaquín Castellanos

LA PREHISTORIA DE LOS FESTEJOS

Hubo un fin de semana completo de actividades alusivas por el Bicentenario del Combate de San Lorenzo (un encuentro de Bandas musicales, desfile junto a la Fanfarria Alto Perú, inauguración del Monumento al Libertador y el acto central en el Campo de la Gloria, entre otras evocaciones) y el  resto del año promete recordar la gesta con un calendario especial de aquí hasta diciembre.
Hacía un año y medio que la ciudad se venía preparando para el Bicentenario del Combate. Pero más allá de lo protocolar, el entusiasmo y la ansiedad que los festejos le impregnaron al lugar, desde siempre San Lorenzo ha vivido alrededor del Padre de la Patria, trascendiendo la frontera de las fechas. Y eso se nota.

Ivan Ludueña es el Secretario de Gobierno y de Cultura local. En el marco del Bicentenario, es la cabeza de la coordinación para la realización de los festejos. 
En su despacho, entre afiches de la conmemoración y  debajo de la figura de San Martín, el funcionario palpitaba la proximidad de la celebración en medio de los preparativos. 
“Confirmaron contingentes turísticos de todo el paíse incluso de España, Francia y Portugal”, dijo a finales de enero. Asociaciones sanmartinianas de toda la geografía argentina –en algunos casos, con delegaciones de hasta 50 personas- y cabalgatas desde varios puntos del país, principalmente desde localidades que llevan los nombres de quienes participaron del Combate, habían comunicado su intención de estar presentes en este particular aniversario.

San Lorenzo tiene una población de 50 mil habitantes, y la capacidad hotelera es de unas 450 plazas, que se duplica con la opción de sumar cabañas, complejos y alojamiento en los alrededores. Para el Bicentenario del Combate, con o sin planificación, el desborde está asegurado.


“Fijate –dijo una empleada en el ingreso del edificio a medio terminar-: adonde te pares, este San Martín siempre te está mirando”.  En San Lorenzo, se sabe, San Martín es una especie de figura sagrada: la merecida inmensidad del prócer se potencia en las proximidades del Convento San Carlos y el Campo de la Gloria. En el umbral de la conmemoración redonda del bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo, se incrementaron los folletos como estampitas con los diversos rostros del  Libertador (según cada retratista), así como se intensificó la promoción de los itinerarios casi rituales detrás de los pasos del General.



Al lado del busto del Libertador, una máquina mezcladora de cemento tiene ocupada la boca con herramientas de albañilería. Al Centro de Información al Turista lo sorprendieron los festejos en plena remodelación-ampliación. Desde hace unos seis años, la ciudad se quiere convencer a sí misma de su potencial turístico basándose en su innegable riqueza histórica, pero no terminará nunca de hacerlo si no cuenta con al menos la estructura básica que demanda esta industria tan incipiente como promisoria.
“Esto se inició en los ’80 por el intendente (Hugo) Rippa, y al morir en medio del mandato, la obra quedó inconclusa”, señalan en la municipalidad. Esperan que para abril la construcción esté terminada. No se trata sólo del corte de cinta, explican,  sino de una necesidad más profunda: no son pocos los días en los que los alrededores del Campo de la Gloria se llenan de colectivos con escolares. Pese a esa constante, no hubo hasta ahora en ese paseo un lugar que ofrezca baños adecuados o una oficina de información.
“Por acá pasan 80 mil chicos que vienen al Convento, están dos horas y se van sin saber muy bien adónde estuvieron: no saben si esto es Rosario o qué…”, comentaba Julio Caramuto, del área de Turismo. La idea es que pronto funcione plenamente un centro de atención a los visitantes adonde se les pueda brindar datos de la ciudad y los servicios fundamentales.



Adriana Gaetano es profesora de Historia y presidenta de la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Lorenzo. En la currícula, el Combate es apenas un párrafo en el capítulo de la Revolución de Mayo, pero ella se las ingenia para que sus alumnos hagan un trabajo monográfico anual.
“Les pido que investiguen, primero en casa, que le pregunten a los vecinos, a los mayores. Así San Martín está todo el año en el aula…”, dice.




Faltaban diez días para la fecha clave del 3 de febrero.
Los sordos ruidos tras los muros del Convento, versión 2013, provenían de la descarga de estructuras metálicas que unos empleados apilaban para que pronto se transformaran en gradas para unas 30 mil personas.

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