Mientras los dogmas religiosos se superponen, los misioneros de los distintos credos se parecen entre sí mucho más de lo que ellos imaginan. Tertulias cristianas de café, el fútbol como lugar de encuentro y un stand bíblico en plena peatonal: lo cotidiano como recurso vital para invitar a lo espiritual. Los métodos innovadores de algunos evangelizadores locales.
Entusiastas, comprometidos, voluntariosos. Más allá de sus distintas posturas, todos por igual intentan persuadir afuera de los templos. Trabajan a diario para Dios, aun después de
sus actividades personales, y a veces hasta consagran su vida profesional a la iglesia.
Para encontrarlos sólo basta con asistir desprejuiciados a la cotidiana misa urbana:
como los profetas más célebres y antiguos, están en cualquier esquina. El altar de los
auténticos predicadores contemporáneos es la calle.
JUVENTUD UNIDA
“Al principio oramos para que Dios nos cuide las piernas; tratamos de cuidarnos
porque al otro día tenemos que ir a trabajar”, aclara Esteban, uno de los Jóvenes del Centro, un grupo de muchachos de la Iglesia Evangélica Bautista de Rodríguez 542 que los lunes sale a la cancha para mezclarse en un picadito en el club de al lado del viaducto de Salta y Avellaneda.
“La idea siempre es armar un partido con gente que haya ahí. Pero también invitamos a cualquiera: amigos del laburo, de la Facultad, que no necesariamente tienen que ser cristianos”, explica Israel, otro misionero contemporáneo que asegura que dentro del campo de juego no hay ninguna diferencia: “es más, se nos puede ir una patada, nos podemos enojar; somos humanos”, agrega.
Lo del fútbol también tiene su versión bucólica en los campamentos. Pero, sin la redonda de por medio, son otros muchos los caminos que recorren en busca de encuentros sociales que permitan, con naturalidad y sin imposiciones, transmitir sus valores a otras personas.
“Queremos de corazón que otros conozcan lo que nos hace felices. Y hay momentos en los que se da la oportunidad y los invitamos”, reflexionan.
Uno es vendedor de una marca líder de cervezas y el otro se dedica a la parte comercial en el rubro telecomunicaciones. Esteban e Israel acaban de salir de trabajar y, como cada día, tras la jornada laboral, tienen una dedicación extra: ser hombres de Fe ocupados de propalar el ejemplo de Cristo a quien los quiera escuchar.
“Somos partidarios de salir a la calle –dice Israel–; venimos de una estructura en la que durante años la iglesia éramos sólo nosotros, y los de afuera eran todos malos. Realmente siento que estamos haciendo algo por cambiar aquello. Hay una vida de valores buenos con las cosas prácticas y no solamente lo místico y sobrenatural. Desde el templo, sí, pero también desde cualquier lugar en que nos encontremos. Cualquier medio que sirva para transmitir el evangelio
de Jesús, es bueno”, señala.
Los fieles en general se reúnen los domingos, pero los jóvenes lo hacen los sábados a las 21. Son alrededor de 50 o 60, y tienen entre 17 y 35 años de edad.
Muchos participan de fundaciones que trabajan con chicos discapacitados y contra
la violencia familiar, entre otras iniciativas. Además, mantienen contacto con comunidades aborígenes del norte y el sur del país, adonde viajan desde hace 8 años. “En la última visita a Misiones, unos alemanes armaron un tanque de agua y nosotros llevamos los caños e hicimos las conexiones de agua potable casa por casa”, rememora Esteban.
“El evangelio solo, con la palabra, no sirve. Tenemos que actuar, tenemos que laburar”, indica Israel y completa, “las veces que fuimos a esos lugares, yo te aseguro que lo menos que hemos hecho fue hablar de Cristo”.
Escribe: Joaquín Castellanos Fotos: Leonardo Vincenti “El boxeo es una actividad cruel. Es arriesgar tu vida cuando subís a un ring si no estás bien físicamente. Pero es también un elemento que te puede marcar. Porque el boxeo, en definitiva, es caerse, levantarse, presentar lucha, esquivar. Cosas que hacés en la vida. Mecanismos defensivos para afrontar un problema”. Detrás de un pocillo de café, Néstor Giuria ensaya una definición del deporte que alguna vez fuera uno de los más populares del país y, a su vez, siempre cuestionado por los que ven en la disciplina solamente un acto de violencia. El hombre sabe de lo que habla. Su carrera periodística se ató al ring para siempre desde que un día, trabajando para el diario Crónica, lo mandaron al Luna Park. Más tarde, ya radicado en Rosario, desde 1977 fue el relator de las peleas por Canal 5 durante 18 años. Es palabra autorizada para abrir la puerta a aquella y esta reciente historia del box como una actividad que suf
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