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YO TENGO FE (2)

Más allá de los dogmas, todos por igual intentan persuadir afuera de los templos. Como los profetas más célebres y antiguos, están en cualquier esquina. El altar de los auténticos predicadores contemporáneos es la calle.
LIBROS, CAFÉ Y FE Volvía de visitar a una amiga que estaba internada cuando prácticamente se llevó por delante el local. La mujer le preguntó a una muchacha que barría la vereda qué era ese lugar. Un cartel sobre la curiosa cafetería ya le había anticipado algo: “BooKafé, un lugar de oración”. Entró, contó su pesar, habló de su vida. La escucharon. Y le dieron un libro para que llevara a su casa. “Después de entrar acá, cambió todo. Tengo las mismas necesidades, el mismo trabajo, los mismos dolores. Pero los veo, los siento y los encaro de otra manera. Dios vive en mí”, exclama la mujer que ahora es habitué. El sitio gastronómico-espiritual está desde marzo en Sorrento 1099 –a dos cuadras del inicio norte de la avenida De la Travesía– y es la segunda sucursal en Rosario de la cadena internacional de Cafés Literarios Cristianos. El primero está en San Nicolás 620, desde 2010. Ambos son parte de un proyecto mundial llamado Vida para Todos, de la editorial El Árbol de la Vida, fundada en Brasil hace 31 años por el empresario chino Dong Yu Lan. “Son espacios que vienen a cubrir un vacío: las iglesias tienen horarios; los libros, no. Y si a los templos van sólo quienes creen en Dios, por acá pasan todos: los que creen y los que no creen en Dios”, cuenta Miguel, representante de la editorial. En todo el país, ya hay 10 locales de este tipo, más de 200 en Brasil y alrededor de 400 en todo el mundo. “La idea es poner uno en cada barrio –explica Laura, dueña junto a su esposo de este micro emprendimiento que combina café con libros “que conducen a la fe”, con más de 100 títulos (traducidos del portugués) producto de conferencias. “Esta literatura apunta a que la palabra de Dios no sea una mera doctrina para los cristianos, sino que los lleve a crecer y madurar en vida, y a poseer la realidad de las verdades”, informa un periódico en una de las mesas. Las mozas cumplen con su labor pero, a su vez, están capacitadas especialmente para evangelizar. Vanesa es una médica boliviana de 26 años que dejó de ejercer su profesión para dedicarse a estudiar la Palabra. Desde diciembre, comparte en el lugar las tareas de servicio y misión con Joyce, una brasilera de 25 años. El ingreso es abierto a todo público, con precios similares a los del rubro –incluso un poco más económicos–, pensado para difundir la literatura y los valores cristianos. “El principio no es levantar templos sino generar espacios de encuentro entre las personas y los libros”, sostienen. Y muestran orgullo porque son las siete de la tarde y las mesas están completas: hay lectura, mate, café y chipá.

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