Como los profetas más célebres y antiguos, están en cualquier esquina. El altar de los
auténticos predicadores contemporáneos es la calle.
LA PROMOTORA DE DIOS
Eran los días de la campaña electoral y entre los afiches de los sonrientes candidatos irrumpía un stand particular cuya consigna nada tenía que ver con esa elección: “Lea la palabra de Dios, la Santa Biblia diariamente”.
Desde hace dos años, los Testigos de Jehová tienen autorización municipal para ocupar una porción de la esquina más tradicional de la ciudad: Corrientes y Córdoba, junto a la Bolsa de Comercio. Los viernes y sábados, desde hace algunos años, Viviana es “promotora de Dios”. Antes lo fue para campañas de importantes empresas y productos hasta que un día se volcó por completo a la Fe y se dedicó a promocionar su religión.
“Los tiempos han cambiado. Nuestro objetivo hoy está marcado por las necesidades de la gente. Antes era enseñar doctrinas; hoy se trata de acercar ayudas prácticas a los problemas que los aquejan. Las revistas que se llevan tratan puntualmente temas de depresión, de stress”, explica.
Despertad y Atalaya –con tiradas medias, entre ambas, de casi 80 millones de
ejemplares en más de 80 idiomas- son las publicaciones principales que se imprimen en Buenos Aires, en talleres propios con rotativas de alta velocidad.
“Empleamos diversos métodos para llevar a cabo la comisión de Jesús de predicar y hacer discípulos”, señala Fabio, un joven representante del Servicio de Noticias de la iglesia, y agrega: “predicamos en los mercados, en las calles y en otros lugares públicos. También nos comunicamos por teléfono o por carta y, si surge la oportunidad, damos testimonio mientras realizamos
nuestras labores cotidianas”. No obstante, el medio que más utilizan es lo que caracteriza a este grupo: la predicación de casa en casa, un precepto de base bíblica.
Pero hay una curiosidad que es un verdadero salto comunicacional: tanto en Formosa como en Chaco –según informa el área noticiosa de los Testigos de Jehová– se están conduciendo cientos de estudios bíblicos a las comunidades Wichís y Tobas en sus lenguas de origen. Además de las ya
existentes congregaciones en habla guaraní, quechua, chino, árabe, lenguaje de señas, alemán, armenio y ruso, entre otros. Todas las voces, todas.
El abrazo que se repite entre Messi y Di María es una postal de goles argentinos importantes pero además representa el triunfo de dos chicos de barrio. Dos historias de vida que resumen "el sueño (cumplido) del pibe" que en los arrabales argentinos nunca se deja de soñar. Como en la final de los juegos olímpicos de Beijing 2008, Messi y Di María -dos pibes humildes, de barrio- dejaron su marca en otro pasaje trascendental de la Selección. El festejo no es solo por el gol. Otra vez, de los pies de un leproso empedernido y un canalla irreversible llegó el grito aliciente de un país que se paraliza para despistar su destino atendiendo con pasión los devenires de la Selección nacional de fútbol en el Mundial. A dos minutos de los penales, la SRL (Sociedad de Rosarinidad Liberada) ejerce de oficio y como en 2008, para obtener el oro del fútbol juvenil en Beijing, irrumpe con la explosión y el inigualable control de pelota del nieto de la almacenera del barrio La Bajad
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